“O das valor o cambia de oficio”
El dibujo de mi hija Sara, así comenzó todo, poco antes del boom inmobiliario. Al principio todo iba despacio pero de repente llegó. Vivimos el crecimiento de los años 2003 al 2007, menuda locura. En aquel momento llegamos a ser 7 personas trabajando juntos, tuvimos 2 oficinas una en Almenara y otra en Moncófar y conseguimos vender más de 700 viviendas. Vendimos muchas promociones inmobiliarias, unas de 30, otras de 40, otras de 90, incluso llegamos a llevar la comercialización de una promoción de 450 viviendas.
Todo esto hizo que facturásemos mucho, pero había algo que no me gustaba en mi trabajo, al final me di cuenta que había perdido algo que en mi opinión es lo más importante en la vida, ya sea en el ámbito familiar o en el laboral, había perdido la relación con las personas, no trataba ya con ellas, desgraciadamente para mí llegaron a parecerme números. Pero fue aquí en esta situación, cuando llegó de repente el crack, la crisis del 2007. Y aquí se me planteó otro problema existencial y profundo dentro de mí. Qué hago ahora, hasta ahora comercializaba promociones de viviendas en exclusiva. Desarrollaba un plan de marketing, incluyendo desde el estudio del precio, el desarrollo del producto pensando en el comprador potencial, la imagen del mismo, las calidades, el diseño, los colores, los materiales, la presentación de los mismos, folletos, catálogos, etcétera, las campañas de comercialización en periódicos, radio, cine, vallas publicitarias, internet, encaminado a atraer el target de comprador potencial para la zona, acompañamiento de los potenciales compradores, la negociación, el cierre, los contratos, la tramitación de notaría.. O sea realizaba una gestión integral.
Mi cliente era el promotor de viviendas. ¿Y por qué podía dar este servicio y este valor a mi cliente? ¿Qué es lo que posibilitaba esto? La Confianza. Por eso le podía aportar un valor importante. Porque el confiaba en mí y yo en él. ¿Y esto cómo se plasma? Firmando una exclusiva. Aquí es cuando me llevé el susto de mi vida, la única solución para seguir en el sector inmobiliario que por cierto me encanta y apasiona, era trabajar con los particulares. No me asustaba trabajar con ellos no, de hecho lo prefiero, pero cómo les iba a dar a ellos el valor que antes les daba a los promotores, no conocía la forma. Las únicas armas que se conocían en ese momento para el particular y que aún hoy usan la mayoría de inmobiliarias, eran las tres “P”, Poner el cartel, Ponerlo en la web y Pedir a Dios que pase alguien y que lo compre. Vamos que a mí, no me nacía acercarme al particular a pedirle, a mendigarle sentía yo, que me cediese la comercialización de su vivienda. Qué le aportaba yo que no se lo pudiese casi hacer él.
Pues bien, en esta situación y bien entrada la crisis profunda, conocí una realidad que cambió nuestras vidas. Una realidad que no existía en España cuando comenzamos en el sector, una realidad que está produciendo uno de los cambios más importantes en el sector inmobiliario español. Llega de la mano de la de la NAR, Asociación Nacional de Agentes Inmobiliarios de Estados Unidos, que al traer a España su división de Formación Inmobiliaria Especialista en Residencial: CRS, Council of Residential Specialists, ha producido un cambio de mentalidad en el sector focalizado en lo que realmente importa el “cliente”. Ahora lo tenemos todo, damos valor y tratamos con personas, qué gozada otra forma de entender y vivir la profesión inmobiliaria. Trabajamos en exclusiva.
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